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“Occidente creyó que la guerra en Ucrania se acabaría en unas semanas y eso es culpa del presentismo en el que vivimos”

El tiempo ha dominado nuestras sociedades por miles de años. Cronos, como se le conocía en la Antigua Grecia, es “omnipresente, inevitable e ineludible”.

Esa es la descripción que le da el historiador y catedrático francés François Hartog en su libro “Cronos: Occidente en lucha con el tiempo”, un libro que aborda el orden de los tiempos y cómo ha cambiado su percepción a través de los siglos, premiado en 2021 con el Gran Premio Gobert, que destaca cada año una obra de historia.

Desde el presentismo apocalíptico asociado al cristianismo a la crisis del futuro contemporánea, Hartog plantea cómo la falta de proyección en distintas épocas ha atado a la humanidad a la creencia de que lo único que existe es el presente.

Autor de más de una decena de obras sobre la temporalidad y la historia, su trabajo ha sido descrito como “la reflexión más lúcida sobre la relación entre el tiempo percibido por las personas y el tiempo construido por los relatos sobre el pasado”.

BBC Mundo habló con él en el marco del HAY Festival Querétaro, que se realiza en esa ciudad mexicana entre el 1 y el 4 de septiembre.


Dices de que el cristianismo instaló un “presentismo apocalíptico” en Occidente, ¿qué significa y cómo lo hizo?

En el evangelio se repite la frase “se acerca el final de los tiempos” y se insiste en que solo hay un tiempo presente, que no se sabe cuándo se acabará, pero acabará apocalípticamente.

Por muchos años, en el cristianismo el tiempo estuvo volcado únicamente hacia la conversión: por eso se repite que se acerca el fin. No hay futuro.

Todo se acabará rápidamente en el apocalipsis y luego comenzaría otro nuevo mundo. Por eso vivimos durante mucho tiempo bajo este presentismo apocalíptico, en el que el presente domina y parece único y mejor que el futuro.

¿Esta visión es única del mundo occidental?

Bueno, se impuso en Occidente con la victoria del cristianismo, con Constantino, y le dio forma a la relación de las sociedades europeas con el tiempo hasta el siglo XVIII, y en ese entonces no se hablaba de Occidente.

La visión es que el tiempo empieza con la encarnación y se termina con el juicio final y el apocalipsis.

Es dentro de este cuadro temporal que se ha construido el mundo occidental, pero también gran parte del islam y del judaísmo, porque hay sectores en esas religiones que también creen en el apocalipsis.

También has dicho que desde los años 80 vivimos bajo el paradigma de “la crisis del futuro”¿Eesa otra forma de presentismo?

Sí, es un presentismo diferente.

El presentismo contemporáneo en Occidente surgió con el cuestionamiento del futuro, cuando comenzamos a dudar de que el futuro sería mejor que el presente y que los niños vivirían mejor que sus padres.

Todas las temáticas de progreso que eran el gran motor del mundo moderno empezaron a ser cuestionadas, y se entendió que no era posible volver al pasado.

Esa crisis le da paso a una sociedad en donde el futuro “jamás será mejor que el presente”.

Si el presentismo apocalíptico viene del cristianismo, ¿de dónde viene este último presentismo más moderno?

La cronología depende un poco de la región del mundo donde se viva, pero este cuestionamiento del futuro que conocemos desde los años 70 u 80 es, en el caso de Europa, debido a las guerras mundiales, sobre todo la segunda con la exterminación de judíos.

Desde la Segunda Guerra Mundial la gente ya no quiere creer en el progreso de la humanidad.

Solo nos queda el progreso tecnológico, que avanza rápidamente.

Pero en el siglo XIX y principios del siglo XX la gente creía que el progreso tecnológico y el progreso humano iban de la mano, pero hubo un desenganche entre ambos.

¿Existe entonces una incapacidad para proyectarse más allá del presente?

Por supuesto. Hoy en día ha comenzado otra fase marcada por el cambio climático que ha creado un tiempo nuevo que insiste en que nuestro futuro está amenazado.

Durante gran parte de la pandemia se hablaba mucho del “mundo después de la pandemia”, ¿abandonamos a por un momento el presentismo?

Al principio de la pandemia, hubo la idea de que habría un mundo diferente después de la pandemia y que ya nada sería como antes.

Pero ya nos dimos cuenta que el mundo después del covid se parece mucho al mundo de antes, incluso si hay un número de personas que debido a la crisis del coronovirus ha decidido salir del presentismo para trabajar de otra manera, buscar otra forma de vida o rencontrarse con sus valores fundamentales.

Hartog asegura que el presentismo hizo que Occidente creyera que la guerra en Ucrania se acabaría rápidamente.

Pero hay que decir que aún no estamos en ese mundo después del covid, porque la crisis no ha pasado completamente y podríamos tener otra ola de la enfermedad en los próximos meses.

Con la guerra en Ucrania ha pasado más o menos lo mismo. Muchos se preguntan cómo serán las relaciones entre Occidente y Rusia después de la guerra y cómo se va a reconstruir Ucrania. Esta gente no vive bajo el presentismo, ¿o sí?

Es un evento que ha surgido y que Europa no esperaba. Pensábamos que la guerra en el continente era algo del pasado. Nos olvidamos de la guerra de Yugoslavia.

Pero el resurgimiento de nuevos tiempos de guerra nos muestra que estábamos muy mal preparados.

La guerra en Ucrania hizo que las sociedades occidentales se dieran cuenta que Occidente existe, con la guía de Estados Unidos.

Occidente creyó que la guerra en Ucrania se acabaría en unas semanas y eso es culpa del presentismo en el que vivimos.

Se debe al tropismo del presentismo. Por su culpa, todo lo vemos como una serie de televisión, en el que las cosas se arreglan después de unos cuantos episodios.

Ahora hemos entrado en tiempos de guerra y no sabemos cuándo se van a terminar.

Vemos que los efectos han durado y que Putin, tras haber fracasado al principio de su operación con lo que él quería que fuera una guerra relámpago, adoptó una forma de guerra clásica y más duradera.

Entonces, ¿no hay en este caso ninguna reconexión con el futuro?

No. No tenemos ninguna reconexión con el futuro. Tenemos una doble amenaza a nuestro futuro: el cambio climático y la guerra.

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TIEMPO DE LECTURA: 5 MINUTOSEl tiempo ha dominado nuestras sociedades por miles de años. Cronos, como se le conocía en la Antigua Grecia, es “omnipresente, inevitable e ineludible”.

Esa es la descripción que le da el historiador y catedrático francés François Hartog en su libro “Cronos: Occidente en lucha con el tiempo”, un libro que aborda el orden de los tiempos y cómo ha cambiado su percepción a través de los siglos, premiado en 2021 con el Gran Premio Gobert, que destaca cada año una obra de historia.

Desde el presentismo apocalíptico asociado al cristianismo a la crisis del futuro contemporánea, Hartog plantea cómo la falta de proyección en distintas épocas ha atado a la humanidad a la creencia de que lo único que existe es el presente.

Autor de más de una decena de obras sobre la temporalidad y la historia, su trabajo ha sido descrito como “la reflexión más lúcida sobre la relación entre el tiempo percibido por las personas y el tiempo construido por los relatos sobre el pasado”.

BBC Mundo habló con él en el marco del HAY Festival Querétaro, que se realiza en esa ciudad mexicana entre el 1 y el 4 de septiembre.


Dices de que el cristianismo instaló un “presentismo apocalíptico” en Occidente, ¿qué significa y cómo lo hizo?

En el evangelio se repite la frase “se acerca el final de los tiempos” y se insiste en que solo hay un tiempo presente, que no se sabe cuándo se acabará, pero acabará apocalípticamente.

Por muchos años, en el cristianismo el tiempo estuvo volcado únicamente hacia la conversión: por eso se repite que se acerca el fin. No hay futuro.

Todo se acabará rápidamente en el apocalipsis y luego comenzaría otro nuevo mundo. Por eso vivimos durante mucho tiempo bajo este presentismo apocalíptico, en el que el presente domina y parece único y mejor que el futuro.

Alegoría del apocalipsis.
Según Hartog, el cristianismo instaló un “presentismo apocalíptico” en Occidente.

¿Esta visión es única del mundo occidental?

Bueno, se impuso en Occidente con la victoria del cristianismo, con Constantino, y le dio forma a la relación de las sociedades europeas con el tiempo hasta el siglo XVIII, y en ese entonces no se hablaba de Occidente.

La visión es que el tiempo empieza con la encarnación y se termina con el juicio final y el apocalipsis.

Es dentro de este cuadro temporal que se ha construido el mundo occidental, pero también gran parte del islam y del judaísmo, porque hay sectores en esas religiones que también creen en el apocalipsis.

También has dicho que desde los años 80 vivimos bajo el paradigma de “la crisis del futuro”¿Eesa otra forma de presentismo?

Sí, es un presentismo diferente.

El presentismo contemporáneo en Occidente surgió con el cuestionamiento del futuro, cuando comenzamos a dudar de que el futuro sería mejor que el presente y que los niños vivirían mejor que sus padres.

Todas las temáticas de progreso que eran el gran motor del mundo moderno empezaron a ser cuestionadas, y se entendió que no era posible volver al pasado.

Esa crisis le da paso a una sociedad en donde el futuro “jamás será mejor que el presente”.

Si el presentismo apocalíptico viene del cristianismo, ¿de dónde viene este último presentismo más moderno?

La cronología depende un poco de la región del mundo donde se viva, pero este cuestionamiento del futuro que conocemos desde los años 70 u 80 es, en el caso de Europa, debido a las guerras mundiales, sobre todo la segunda con la exterminación de judíos.

Desde la Segunda Guerra Mundial la gente ya no quiere creer en el progreso de la humanidad.

Solo nos queda el progreso tecnológico, que avanza rápidamente.

Pero en el siglo XIX y principios del siglo XX la gente creía que el progreso tecnológico y el progreso humano iban de la mano, pero hubo un desenganche entre ambos.

¿Existe entonces una incapacidad para proyectarse más allá del presente?

Por supuesto. Hoy en día ha comenzado otra fase marcada por el cambio climático que ha creado un tiempo nuevo que insiste en que nuestro futuro está amenazado.

Ucrania

Durante gran parte de la pandemia se hablaba mucho del “mundo después de la pandemia”, ¿abandonamos a por un momento el presentismo?

Al principio de la pandemia, hubo la idea de que habría un mundo diferente después de la pandemia y que ya nada sería como antes.

Pero ya nos dimos cuenta que el mundo después del covid se parece mucho al mundo de antes, incluso si hay un número de personas que debido a la crisis del coronovirus ha decidido salir del presentismo para trabajar de otra manera, buscar otra forma de vida o rencontrarse con sus valores fundamentales.

Soldado ucraniano en medio de las ruinas de un edificio.
Hartog asegura que el presentismo hizo que Occidente creyera que la guerra en Ucrania se acabaría rápidamente.

Pero hay que decir que aún no estamos en ese mundo después del covid, porque la crisis no ha pasado completamente y podríamos tener otra ola de la enfermedad en los próximos meses.

Con la guerra en Ucrania ha pasado más o menos lo mismo. Muchos se preguntan cómo serán las relaciones entre Occidente y Rusia después de la guerra y cómo se va a reconstruir Ucrania. Esta gente no vive bajo el presentismo, ¿o sí?

Es un evento que ha surgido y que Europa no esperaba. Pensábamos que la guerra en el continente era algo del pasado. Nos olvidamos de la guerra de Yugoslavia.

Pero el resurgimiento de nuevos tiempos de guerra nos muestra que estábamos muy mal preparados.

La guerra en Ucrania hizo que las sociedades occidentales se dieran cuenta que Occidente existe, con la guía de Estados Unidos.

Occidente creyó que la guerra en Ucrania se acabaría en unas semanas y eso es culpa del presentismo en el que vivimos.

Se debe al tropismo del presentismo. Por su culpa, todo lo vemos como una serie de televisión, en el que las cosas se arreglan después de unos cuantos episodios.

Ahora hemos entrado en tiempos de guerra y no sabemos cuándo se van a terminar.

Vemos que los efectos han durado y que Putin, tras haber fracasado al principio de su operación con lo que él quería que fuera una guerra relámpago, adoptó una forma de guerra clásica y más duradera.

Entonces, ¿no hay en este caso ninguna reconexión con el futuro?

No. No tenemos ninguna reconexión con el futuro. Tenemos una doble amenaza a nuestro futuro: el cambio climático y la guerra.

François Hartog
François Hartog

Vemos que tenemos un futuro, pero un futuro amenazado.

¿Cómo define el mundo actual en el que vivimos?

La palabra que mejor define el mundo en que vivimos es la incertidumbre.

Algunos dirán que siempre ha existido, pero con el covid y la guerra hemos entrado en una incertitud mayor a la que teníamos antes.

BBC NEWS MUNDO

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