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¿Se avizoran nuevos tiempos? Los polémicos roces entre Venezuela y Colombia que casi provocan una guerra entre países vecinos

A las controvertidas relaciones entre Caracas y Bogotá se suma una zona limítrofe cerrada, convulsa y con la peligrosa presencia de grupos armados.

El presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, ha dado un paso importante para concretar —como lo prometió en su campaña electoral— el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela.

La semana pasada, Petro se comunicó vía telefónica con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para «abrir las fronteras y restablecer el pleno ejercicio de los Derechos Humanos» en los más de 2.200 kilómetros de zona limítrofe. Antes de esa conversación, Maduro celebró la victoria del Pacto Histórico y señaló que ese triunfo avizoraba «nuevos tiempos».

Este primer acercamiento marca un giro importante en las relaciones diplomáticas entre Caracas y Bogotá, ya que rompen el «cerco diplomático» que impuso el reciente Gobierno de Iván Duque contra Venezuela y podría significar el relajamiento de las tensiones que ambos países han mantenido desde los gobiernos de Hugo Chávez y Álvaro Uribe.

«¡No le faltó tiempo, le faltaron cojones!»

En agosto de 2012, cuando Juan Manuel Santos era el presidente de Colombia, su antecesor Álvaro Uribe, quien ocupó la Casa de Nariño durante dos períodos continuos (2002-2010), admitió que en algún momento de su administración estuvo a punto de realizar «un operativo militar en Venezuela» y que no lo habría ejecutado porque le «faltó tiempo».

Aquellas controvertidas declaraciones de Uribe se produjeron durante una conferencia universitaria, donde contó que su Gobierno habría obtenido «pruebas de campamentos guerrilleros en Venezuela» y que tuvo «tres opciones» para proceder: denunciar, callarse o actuar militarmente.

Hugo Chávez, presidente de Venezuela en ese momento, respondió duramente a las confesiones de Uribe: «No le faltó tiempo, le faltaron cojones al caballero. Y además estaba detrás de él la mano de la extrema derecha imperial tratando de generar una guerra, pero no se atrevió. Bastante tiempo tuvo».

Al borde de una guerra

Los roces entre Chávez y Uribe empezaron en 2007, cuando Venezuela hacía de mediadora entre Colombia y la guerrilla de las FARC-EP para conseguir intercambios de rehenes por guerrilleros. El primer impasse se produjo cuando Bogotá interrumpió el proceso, al afirmar que el mandatario venezolano habría mantenido una comunicación no autorizada por teléfono con el entonces general del Ejército colombiano, Mario Montoya.

Semanas después, en diciembre de 2007, Chávez informó sobre la intención de las FARC-EP de liberar a tres rehenes: Consuelo González, Clara Rojas y Emmanuel, el hijo de esta última, nacido en cautiverio. El anunció provocó rechazo en la Casa de Nariño, pero luego Uribe accedió a que se diera con la intermediación de la Cruz Roja Internacional. En febrero de 2008, Caracas gestionó también la liberación de los exsenadores Luis Eladio Pérez, Orlando Beltrán, Gloria Polanco y Jorge Eduardo Gechem.

Álvaro Uribe y Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores, en Caracas, Venezuela, el 14 de abril de 2009Ariana Cubillos / AP

Pero los avances del proceso se fueron al traste cuando el Ejército colombiano bombardeó —en marzo de 2008— un campamento de las FARC-EP dentro del territorio ecuatoriano, acción que provocó la muerte de 19 guerrilleros, entre ellos Raúl Reyes, el segundo al mando del grupo armado. El suceso causó una severa crisis diplomática de Colombia con Ecuador y Venezuela, que casi desemboca en una guerra.

A raíz de este incidente, Chávez movilizó una decena de batallones del Ejército hasta la frontera con Colombia y ordenó cerrar la embajada en Bogotá, al asegurar que desde la Casa de Nariño se planeaba un ataque al territorio venezolano. Por eso, cuando Uribe aseguró que le había faltado «tiempo» para atacar a Venezuela, Chávez dijo: «A confesión de parte, relevo de pruebas».

Broncas y mediaciones

Tras el ataque de Colombia al territorio ecuatoriano, la situación fue tema central de la X Cumbre del Grupo de Río celebrada en Santo Domingo, República Dominicana. Allí, los presidentes de Ecuador y de Colombia protagonizaron una encendida discusión. El tono beligerante, sumado a las acusaciones de Chávez contra Bogotá, provocaron reacciones en los otros mandatarios, que llamaron a evitar un conflicto militar.

La Cumbre, encabezada por el presidente dominicano, Leonel Fernández, logró bajar las tensiones y terminó con la imagen de Uribe levantándose de su silla para buscar al presidente Correa y estrecharle la mano, acción que repitió con Chávez.

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Dos años después se celebró la XI Cumbre del grupo de Río en Cancún, México. En esa ocasión Chávez y Uribe volvieron a protagonizar otro altercado que comenzó cuando —en una reunión privada— el mandatario colombiano acusó al presidente venezolano de ejecutar un supuesto bloqueo contra empresas colombianas, que comparó al de EE.UU. sobre Cuba.

Tras los señalamientos —relatados por testigos en su momento—, Chávez advirtió que se iría del evento si Uribe continuaba la confrontación. No obstante, el mandatario colombiano mantuvo el tono bronco: «Sea varón y quédese a discutir de frente, usted que solo insulta en la distancia». Ante la retadora frase, Chávez dijo: «Vete al carajo», momento en el que el presidente de Cuba, Raúl Castro, intervino para zanjar la discusión.

Felipe Calderón, entonces presidente mexicano, informó después del episodio que Caracas y Bogotá habían acordado «conducir las diferencias con diálogo amistoso» con el apoyo de Argentina, Brasil, República Dominicana y México.

El péndulo Santos

En 2010, contra todo pronóstico, Juan Manuel Santos asumió la presidencia de Colombia y arrancó un proceso de conversaciones con Venezuela, a pesar del recelo que había mostrado Chávez contra el también exministro de Defensa de Uribe.

A pesar de varios episodios conflictivos, durante ese período ambos mandatarios trabajaron para evitar que el acercamiento se «descarrilara», pero tras el fallecimiento de Chávez y la victoria electoral de Nicolás Maduro en Venezuela, la situación cambió. 

Maduro acusó a Colombia de estar detrás de un complot para derrocarlo y asesinarlo, con ayuda de EE.UU., por lo que las relaciones se agriaron. El acercamiento de Santos al entonces excandidato presidencial opositor Henrique Capriles aumentó las tensiones, aunque una reunión meses después limó algunas diferencias.

Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro en Puerto Ordaz, Venezuela, el 11 de agosto de 2016Fernando Llano / AP

Sin embargo, dos años más tarde ocurrió otro roce. Maduro ordenó cerrar la frontera por un ataque armado contra soldados venezolanos y el contrabando de extracción de gasolina en el estado Táchira, fronterizo con Colombia. La situación se resolvió en agosto de 2016, cuando ambos gobiernos hicieron las paces en otro encuentro presidencial.

En agosto de 2018, Maduro fue objeto de un ataque con drones cargados de explosivos durante un acto público en una de las avenidas más importantes de Caracas. El mandatario venezolano acusó a Santos de ser el responsable del ataque y se reavivó el cruce de señalamientos.

Duque y el cerco diplomático

En 2018, ya con Iván Duque en la presidencia de Colombia, Maduro cerró la frontera alegando que había peligro de una incursión militar. En enero del año siguiente, el entonces diputado opositor Juan Guaidó se autoproclamó «presidente interino» de Venezuela y Bogotá lo reconoció de inmediato.

De esa manera, Duque activó «el cerco diplomático» contra «la dictadura» de Maduro y pronosticó que a su par venezolano le quedaban «muy pocas horas», declaración que hace poco reconoció que «tal vez» había sido «un error».

En febrero de 2019, Colombia coordinó con Guaidó y varios Gobiernos (EE.UU., Chile y Paraguay) la entrega de una supuesta «ayuda humanitaria» que se intentó introducir a la fuerza en Venezuela. Maduro señaló la acción como un intento de invasión y rompió todas las relaciones con Bogotá, uno de los hitos más críticos entre ambas naciones.

El presidente saliente de Colombia, Iván Duque, en París, Francia, el 3 de noviembre de 2021Chesnot / Gettyimages.ru

Desde entonces, ambos gobiernos se han hecho señalamientos. Colombia acusa constantemente a Venezuela de «proteger» a guerrilleros y Caracas denuncia que Bogotá promueve la incursión de grupos criminales y bandas delictivas en territorio venezolano con fines sediciosos.

Ahora, mientras Petro espera por asumir la Presidencia en agosto próximo, las expectativas se centran en dos retos urgentes: renovar a plenitud las relaciones con Venezuela –lo que implicaría, en principio, el pleno reconocimiento al Gobierno de Maduro– y la inmediata atención de una frontera viva, con un histórico intercambio social y de probado potencial económico para ambos países.

RT y Agencias Internacionesl

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