Opinión

Los dueños de la libertad de prensa, vergüenza ajena.

Este  tres de mayo de 2023 amanecimos con la noticia de que Costa Rica descendió quince puntos en el “ranquin” que califica la libertad de prensa en el mundo, consecuencia del enfrentamiento que mantuvo un medio de comunicación con el presidente Rodrigo Chaves. Un enfrentamiento inédito de un presidente de derecha con la prensa de derecha.

Desconozco si estos calificadores también se preocupan por calificar la objetividad con que informan los medios, o simplemente se ocupan de que puedan funcionar sin restricciones.

También desconozco si ellos se preocupan porque Julián Assange, el mártir de la libertad de expresión y de prensa, lleva ya muchos años encarcelado, por ejercer ese derecho,  en las mazmorras de quienes dicen defenderlo.

Los dueños de la libertad de prensa son empresarios que manejan la información según sus intereses como tales.

En eso que se ha denominado «ganar las mentes y corazones», el imperialismo entendió hace mucho tiempo que su principal arma para lograrlo era dominando los medios de comunicación.

En consecuencia, han extendido por el mundo los llamados «latifundios mediáticos» como aquellos que domina las familias Hearst, Murdoch y otros. Esos son los que transmiten sus enlatados noticiosos a través de sus agencias de prensa UPI, FRANSPRES, AP, etc y de los cuales nuestras televisoras, radios y periódicos son caja de resonancia.

Hoy me enteré que existe una TV BRICS, lo cual me entusiasma mucho, pues se viene a sumar a la entrañable TELESUR, RT, al periódico digital El País. Cr en Costa Rica, HISPANTV de Irán, Prensa Latina y otras pocas Me alienta que se va tomando consciencia de lo importante que es este tema.

En Costa Rica no hemos podido lograr que los sindicatos que tienen mucha plata entiendan la importancia de esto para las luchas sociales.

Rafael Correa, expresidente ecuatoriano que tuvo que enfrentarse a esa “libertad de prensa” empresarial que quitaba y ponía presidentes, sentenció: «debemos garantizar la libertad para que la prensa pueda mentir, pero debe responder por ello».

(*) Juan Félix Montero Aguilar es profesor pensionado

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