Internacional

Diplomáticos chinos queman documentos ante el inminente cierre de su consulado en Houston

Cuando parecía que ya no quedaban más frentes por abrir en la «Nueva Guerra Fría» entre Estados Unidos y China, estalla uno nuevo: el de las representaciones diplomáticas. Pekín ha denunciado este miércoles que Washington le ha ordenado cerrar su consulado en Houston, que fue el primero que estableció en 1979 y atiende a importantes estados del sur, como Texas, Georgia, Florida, Mississippi o Louisana, y a Puerto Rico.

«China pide a EE.UU. que revoque esta decisión equivocada. Si sigue adelante, tomaremos las contramedidas necesarias», advirtió el portavoz de Exteriores, Wang Wenbin, en su comparecencia diaria ante la Prensa. A su juicio, se trata de una «escalada sin precedentes» en las relaciones entre ambas superpotencias, que sufren su peor momento por el brutal impacto del coronavirus en EE.UU. y sus numerosas disputas en múltiples frentes.

Escalada constante

Desde la guerra comercial hasta las acusaciones contra Huawei, pasando por la ley de seguridad nacional impuesta a Hong Kong y la represión en Xinjiang, no hay un día que pase sin cruce de reproches y amenazas de sanciones. El martes, la Casa Blanca acusó a dos «piratas informáticos» chinos de intentar robar a empresas estadounidenses secretos sobre la vacuna contra el coronavirus. Ese mismo día, las autoridades norteamericanas comunicaban el cierre del consulado en Houston y les daban 72 horas para abandonarlo. Así lo criticaba en su cuenta de Twitter Hu Xijin, director del periódico altavoz del régimen, «Global Times»: «Esto es una locura».

Antes de abandonar el edificio, los diplomáticos chinos se apresuraban a quemar documentos sensibles en su patio, según muestran los vídeos grabados por medios locales en Houston. La larga columna de humo que provocaron obligó a desplazar un camión de bomberos y varios coches de policía.

Probable respuesta

En un comunicado, el Departamento de Estado justificaba el cierre el consulado chino «para proteger la propiedad intelectual y la información privada americana». Mientras su titular, Mike Pompeo, está de visita en Londres para forjar una alianza contra Pekín, su departamento avisaba de que EE.UU. «no tolerará las violaciones de China de nuestra soberanía y la intimidación de nuestra gente, igual que no hemos consentido sus prácticas comerciales injustas, robo de empleos americanos y otros comportamientos indignantes».

La decisión agrava aún más las tensiones entre ambos países y lo más probable es que Pekín responda cerrando también alguno de los cinco consulados estadounidenses, que operan en Shanghái, Cantón (Guangzhou) Shenyang, Chengdu y Wuhan, epicentro de la pandemia del coronavirus. En los últimos días, el autoritario régimen del Partido Comunista ha reaccionado con amenazas de sanciones a los senadores estadounidenses Marco Rubio y Ted Cruz por sus críticas sobre la represión en la región musulmana de Xinjiang, así como a la empresa Lockheed Martin por su venta de armas a Taiwán, la isla cuya soberanía reclama. Por su parte, y según revelaba «The New York Times», la Casa Blanca se está planteando vetar la entrada en el país de los más de 90 millones de miembros del Partido Comunista y sus familiares, lo que ha airado a Pekín pese a que sería difícil de aplicar.

En diciembre, Washington expulsó a dos diplomáticos chinos sospechosos de espionaje, pero Pekín negó los cargos. Como se ha visto con la reciente expulsión de periodistas por ambas partes, la pandemia ha exacerbado la rivalidad entre EE.UU. y China desatando lo que ya es la «II Guerra Fría».

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