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Vera Lynn, la voz de la esperanza de los británicos en la guerra, muere a los 103 años

( REUTERS ) Vera Lynn, la cantante que se convirtió en un símbolo de esperanza en Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial y de nuevo durante la pandemia de coronavirus con su canción “We’ll Meet Again” (“Nos volveremos a ver”), ha muerto a la edad de 103 años.

Conocida como “la novia del Ejército”, Lynn tocó la fibra sensible de los soldados que luchaban en el extranjero y del público británico con canciones como “The White Cliffs of Dover” (“Los acantilados blancos de Dover”), que expresaban las esperanzas y los temores sobre el conflicto con la Alemania nazi.

Para conmemorar su centenario en 2017, se proyectó una imagen gigante de Lynn de joven en los acantilados blancos de Dover y se lanzó un nuevo álbum.

Lynn regresó a la actualidad el pasado abril cuando la reina Isabel empleó palabras de la canción de Lynn para decirle al país “Nos volveremos a ver”, instando a los británicos a mostrar determinación durante el confinamiento por el coronavirus.

El primer ministro Boris Johnson tuiteó: “El encanto y la mágica voz de la Dama Vera Lynn hechizó y animó a nuestro país en algunas de sus horas más oscuras. Su voz vivirá para levantar los corazones de las generaciones venideras”.

Lynn nació como Vera Welch el 20 de marzo de 1917, era la hija de un fontanero del East End de Londres y cantaba en clubes de hombres trabajadores a la edad de siete años.

Empezó a salir en la radio y a cantar con bandas a finales de los años 30. Pero fueron sus canciones en tiempos de guerra las que le dieron fama y los tanques británicos iban a la batalla con el nombre de “Vera” pintado en sus costados. La cantante llegó a recibir más de 1.000 propuestas de matrimonio escritas por militares.

En 1941, comenzó una emisión de radio semanal desde Londres llamada “Sinceramente Suya” en la que transmitía mensajes de las tropas británicas que servían en todos los frentes a sus seres queridos.

Después de la guerra, vivió tranquilamente la mayor parte de su vida en la costa sur de Inglaterra, cerca de Brighton, con Harry Lewis, el hombre con el que se casó 1941, un clarinetista que se convirtió en su mánager.

Conocida en el pueblo de Ditchling como la Sra. Lewis, tenía pasión por la jardinería y las novelas de detectives.

“Tuve suerte”, dijo una vez.

“Y cuando conseguí mi casa y un pequeño coche, pensé, bueno eso es todo cuanto quiero”.

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