Opinión

Progresemos en paz, El trabajo de comunicación que todos debemos hacer para que NO ENGAÑEN a la gente es inmenso.

Desdichadamente algunas personas promueven la xenofobia y acciones de violencia contra los nicaragüenses que conviven con nosotros. Algunos lo hacen con interés de surgimiento político, otros para vaciar pasiones, aquellos para crear conflictos internos, e incluso ciertos extranjeros pueden pretender resolver dificultades en sus países dirigiendo el enojo de sus ciudadanos contra Costa Rica.

Dado el nacionalismo xenofóbico que hoy se da en tantos países cultos, y dado que en todas las naciones existen grupos que comparten esos atávicos sentimientos escondidos en sus corazones y en sus miedos, existe el peligro de que tengan alguna respuesta, como desdichadamente ya ocurrió el pasado sábado 18 en el Parque La Merced.

Por eso los expresidentes convocamos a los costarricenses a la paz y señalamos: “Perversos intereses pueden estar tratando de destruir nuestra armonía y de azuzar el odio y la xenofobia. No permitamos caer en la tentación”.

El mundo occidental vive horas inciertas. En las naciones más desarrolladas de Europa y en EE.UU. se ha desatado en este siglo una ola populista de nacionalismo extremo, que se acrecienta con los movimientos migratorios de grandes proporciones que generan las guerras y los gobiernos autocráticos.

En nuestro continente Cuba, Venezuela y Nicaragua son claros ejemplos del sufrimiento causado por gobiernos dictatoriales que matan a sus ciudadanos, les violentan sus más elementales derechos y llevan las economías a la ruina causando hambre y ruina.

Y claro, millones de personas desesperadas huyen en busca de paz y sobrevivencia.

Nosotros hemos recibido a lo largo de nuestra historia a muchísimos extranjeros que nos han traído conocimientos y nuevas maneras de hacer las cosas, nos han ayudado con su trabajo y creatividad, y han favorecido el progreso nacional.

Unos inmigrantes traen capitales, se asientan entre nosotros crean empresas y prosperan.

Otros traen su pobreza y sus temores, su deseo de trabajar y surgir y su inmenso valor como personas iguales a nosotros. No debemos discriminarlos.

Y tradicionalmente hemos sido tierra de asilo para refugiados políticos de diferentes signos ideológicos, quienes han encontrado abrigo en una tierra de gente amable y generosa, que les ha dado consuelo en medio del dolor de abandonar su patria, su familia, sus comodidades.

Hoy la crítica situación de inseguridad que sufren nuestros hermanos nicaragüenses nos pone una vez más en la encrucijada de que muchos de nuestros vecinos -huyendo para proteger su vida o para lograr la sobrevivencia de su familia- llegan a nuestro territorio.

Y una vez más la generosidad, la amabilidad y la visión de los costarricenses les acoge y ayuda.

Hemos visto a las iglesias, a asociaciones y fundaciones filantrópicas, dedicarse a buscar alojamiento y alimentación para quienes llegan sin recursos. Y han recibido la colaboración de miles de costarricenses.

Pero la prédica de xenofobia en las redes sociales y la acción oculta de largas y oscuras manos extranjeras podrían poner en peligro nuestra paz y nuestra armonía.

El trabajo de comunicación que todos debemos hacer para que NO ENGAÑEN a la gente es inmenso.

Las redes sociales están llenas de falsedades sobre la delincuencia de los nicaragüenses (su proporción en prisión no es mayor a su proporción en la población del país, y Nicaragua tiene índices de delincuencia menores a los nuestros) , sobre su abuso de la seguridad social (en relación a su pago hacen menor uso de los servicios que los costarricenses), sobre que reciben gran parte de las ayudas sociales del gobierno (es insignificante lo que reciben), sobre que se les construyen residenciales (no hay ningún caso), que nos quitan el trabajo a los ticos (algunos traen recursos e invierten y otros hacen trabajos que nosotros no queremos realizar) y contribuyen los extranjeros con un 12% del PIB según datos de la OCDE.

Por supuesto que la inseguridad que hoy sufrimos en Costa Rica no es un cuento.

Y como lo señalaron los expresidentes “tenemos el derecho y la obligación de proteger nuestra cultura y nuestra identidad y de recuperar la seguridad ciudadana”. Y para ello falta mucho por hacer.

Las medidas migratorias deben ser extremas para saber quiénes entran a nuestro territorio y para controlar el flujo migratorio. Pero no nos engañemos: Ni EE.UU. con el mayor ejército del mundo ha podido evitar la inmigración ilegal.

Eso no quiere decir que no debamos mejorar la política migratoria, los controles fronterizos en puestos y caminos en medio de las montañas, y sobre todo las informaciones de seguridad y de inteligencia para prevenir que nos infiltren saboteadores o delincuentes, como hizo Fidel Castro cuando el Mariel en 1980.

El gobierno tiene una enorme tarea por delante y podemos con derecho exigir mejoras migratorias, en servicios de inteligencia y de los cuerpos policiales.

Pero con odio y prejuicios no se construyen soluciones y se puede llevar un país al desastre. No caigamos en la tentación xenofóbica.

Dr. Miguel Angel Rodriguez Echeverria

Ex Presidente de la Republica.

 

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