Nacionales, Opinión

Dejemos atrás esos estereotipos

En el momento exacto en el que nacemos empezamos a envejecer, es un proceso natural del ser humano y el más resistido por la sociedad. Gastamos muchos recursos para atrasar la llegada de esta etapa, o para evitar parecer mayores. Aparentemente nadie quiere ser viejo, y es más importante permanecer por siempre en la juventud.

Sin embargo, necesitamos reflexionar sobre esto. ¿En realidad tenemos miedo convertirnos en adultos mayores? O ¿son otros nuestros miedos? Tememos que nuestros conocimientos y experiencia vayan perdiendo valor conforme avanzamos en nuestra vida, que nuestra palabra no sea tomada en cuenta o quedar al margen de la sociedad.

Las personas jóvenes no quieren envejecer porque no quieren perder el privilegio que les brinda la sociedad de ser escuchadas. Esa libertad que tenemos de decir lo que nos parece bien o no, lo que nos gusta o no. No estamos encasillados como los adultos mayores.

A ellos sí se les encasilla, se tiene la percepción de que son personas que siempre están enfermas o dependen de otros, o que están tristes o deprimidos, que son personas pasivas y no tienen iniciativa propia. Incluso existen mecanismos dentro de nuestra institucionalidad que los encasilla aún más.

La no existencia de créditos para personas mayores para sus futuros proyectos, el rechazo de los estudiantes ante profesores que son muy “viejos” para dar lecciones, pocos profesionales especializados en geriatría, medios de comunicación que proyectan una percepción errónea de esta población, e incluso pocos o nulos medios de entretenimiento para estas personas.

Todos estos preceptos son creados por nosotros mismos y no nos damos cuenta del daño que ocasionan. Los estereotipos tienen un impacto enorme en todas las personas, tienden a marginar, a excluir y a lastimar. Nos hacen sentir apartados de la sociedad a la que pertenecemos.      

Como sociedad se debe escuchar y aprender de las personas mayores. Debemos saber que quieren, que les hace falta, y que necesitan para no sentirse excluidos. Desean tener una voz que sea escuchada y tomada en cuenta, en una sociedad que sigue marcada por estereotipos que no son percibidos.

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