La zuliana Yorely Escarleth Bernal Inciarte, de 20 años, fue separada de su hija Maikelys Antonella hace casi un año cuando se entregó junto a su esposo a las autoridades migratoria. El viernes la deportaron a Venezuela sin su niña y su esposo está en una cárcel en El Salvador desde marzo
A la venezolana Yorely Escarleth Bernal Inciarte, una joven de 20 años, la separaron de su hija en mayo de 2024 en Estados Unidos y casi un año después la deportaron a Venezuela sin la pequeña de dos años. Hoy clama que le devuelvan a su hija.
“Lo único que les pido, si tienen corazón, mándenme a mi hija. Acá hay muchas personas que la están esperando con los brazos abiertos, y su hermano esperando a su hermanita también”, dijo Yorely, oriunda del estado Zulia, en entrevista con el diario local Versión Final.
Maikelys Antonella Espinoza Bernal, de dos años, ha pasado por cuatro centros de acogida en EE. UU. desde el 19 de mayo de 2024, cuando fue separada de sus padres Yorely Bernal y Maiker Escalona. A ambos los mantuvieron en un centro de reclusión migratorio luego de entregarse a las autoridades migratorias en El Paso, Texas.
“Nos dijeron que entregáramos a la niña porque teníamos que ir a la corte. Yo le dije que tenía que ir con ella porque no tenía con quién dejarla. Mi esposo tenía a la niña, y como vieron que yo me puse mal porque no iba a dejar a mi hija, me esposan. Y a mi esposo le arrebatan a mi hija de sus brazos y también lo esposan”, contó la zuliana, quien también es madre de un niño de 6 años, sobre el momento en el que le separaron de la menor.
Hoy están en países distintos: Maikelys, a quien su familia le dice Antonella, permanece en un centro de acogida en Estados Unidos, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus sigla en inglés); Yorely fue deportada el viernes 25 de abril a Venezuela y Maiker fue deportado en marzo a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador.
Las autoridades de EE. UU. alegaron en un comunicado que la niña fue separada de sus padres y removida de la lista de deportados en el vuelo en el que iba su madre por su propia “seguridad y bienestar”.
El gobierno de Donald Trump asegura que Espinoza es un “teniente” de la banda criminal Tren de Aragua, mientras que Bernal sería la “encargada” de reclutar mujeres jóvenes para la organización criminal.
“Cuando tuve a mi abogado y pidió mi archivo, solo decía que supuestamente soy de una pandilla. No tienen pruebas. Ni yo ni mi esposo tenemos tatuajes como los que ellos dicen. Todos mis tatuajes tienen significado: el nombre de mi hijo, la fecha de nacimiento de mi abuela y de mis padres”, aseguró Yorely.
Ninguno de los padre de Maikelys tienen antecedentes penales en Venezuela o Perú, donde residieron varios años y nació la niña; ni en Estados Unidos, más allá de sus delitos de inmigración, donde solo vivieron en centros de detención de inmigrantes hasta sus deportaciones, según publicó el diario estadounidense The New York Times.
De acuerdo con registros a los que accedió el Times, Espinoza, de 25 años, fue detenido en 2022 en Perú por una acusación de violencia doméstica, pero el caso se cerró y no llegó a juicio.
«Fui engañada»
Yorely aseguró que fue engañada por las autoridades norteamericanas, quienes le informaron en la orden de deportación que sería llevada a Venezuela con su hija. “Un día antes de que me sacaran de EE. UU. me dan un papel que dice que mi hija va a viajar conmigo para Venezuela. Yo estaba contenta. Fui engañada”, relató entre lágrimas a Versión Final.
Cuando Yorely llegó al aeropuerto, antes de su deportación, preguntó por su hija y nadie le daba razones. “Pregunto por mi hija y no me dicen nada. Me dicen que ahorita van a hablar conmigo, pero no me dicen nada. Le pregunto a una oficial que si ya vamos a despegar y me dice que sí. Yo me pongo desesperada porque no me trajeron a la niña, me pongo a llorar y le digo a los ICE que por favor, que me ayuden; nunca me dijeron nada, nunca me ayudaron”, dijo.
Al llegar al Aeropuerto Internacional de Maiquetía en Venezuela, pudo revisar la lista de deportados y el nombre de Maikelis estaba, pero ella no llegó.
«Le dice mamá a la que la cuidaba»
Durante los 11 meses que estuvo detenida en EE. UU., Yorely luchó por mantener comunicación con su hija. Sólo le permitían algunas llamadas, y en ocasiones, relató, pasaba meses sin hablar con ella.
La primera vez que logró hablar con su hija fue gracias a una oficial que accedió a su súplica. “Le dije que, si ella era madre, que me ayudara, aunque sea con una videollamada”. La llamada llegó, pero fue dolorosa. “Cuando la vi, me reventé en llanto, no podía ni hablar”, recordó.
La última vez que vio a su hija fue hace casi dos meses cuando le permitieron una visita con su hija en el centro de detención, pero Maikelis no la reconocía.
“Es difícil, porque yo con tanto anhelo de verla, de abrazarla, y que ella me veía como ‘tú quién eres’, y yo saber que soy su mamá, que quiero abrazarla y no se deja, es un poco difícil, y también cuando le decía mamá a la que la cuidaba”, expresó entre lágrimas.
Raida Inciarte, madre de Yorely y abuela de Maikelys, mantiene comunicación telefónica con los padres de acogida, quienes describieron a la niña como “dulce” e “independiente”. Pero también observaron que la niña llora cuando cambiaba de familia y parecía confundida sobre a quién pertenecía, según declaró al Times.
La abuela, dijo, permanece asustada por los “daños psicológicos” que pudiera tener la niña. Y es que “hoy amanece con una mamá”, dijo, “pero al otro día tiene otra mamá”.
Violación al derecho internacional
El abogado Carlos Trapani, especialista en Derechos del Niño y coordinador general de Cecodap, denunció que en el caso de Maikelys se violan los principios esenciales del derecho internacional establecidos en la Convención sobre los Derechos del Niño y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas.
Entre las violaciones mencionó el interés superior del niño, el derecho a la unidad familiar, el debido proceso y la presunción de inocencia, y el derecho a no ser sometido a tratos crueles o degradantes, que incluye el trauma por separación forzosa.
“La niña está atrapada en un sistema que la castiga por sospechas contra sus padres. Sin voz. Sin garantías. Sin su madre. Para un niño, su madre no es solo un adulto: es su refugio, su lenguaje, su mundo. Separarlos sin base legal no es protección: es daño institucional”, denunció en su cuenta de X (antes Twitter).
Alertó que el proceso si deja secuelas psicosociales, como ansiedad, trastornos de apego, miedo, culpa, confusión. “Son heridas difíciles de sanar si no se toman medidas a tiempo. Y todo esto ocurre en nombre de una ‘seguridad’ que ignora derechos básicos”, agregó.
Fuente. Agencias y El Pitazo